lunes, 25 de octubre de 2010

Excursión a Riotinto

Bueno, dándole vueltas al tema de las fotos para Caminos de Hierro di con el parque minero de Riotinto y su material ferroviario. Llamé, hice una petición de permiso por escrito para utilizar su material para las fotos exponiéndoles mi idea y me acogieron este fin de semana.

No solo han sido de lo más amables, sino que no me esperaba para nada que me dejasen usar el "Vagón del Marajá", que no está permitido visitar por dentro, para hacer las fotos. Era mucho más de lo que esperaba y cuando entré allí dentro y vi lo bonito que era, casi me echo a llorar de la emoción. Fue soltar los bártulos y no sabía por donde empezar. Les mandaré una foto como agradecimiento cuando pase toda la historia del concurso. ¡Aquí algunas fotos del Making off!











martes, 5 de octubre de 2010

lunes, 4 de octubre de 2010

Instrucciones para dar cuerda al reloj.


Piensa en esto: cuando te regalan un reloj, te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan – no lo saben, lo terrible es que no lo saben –, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Y lo más horrible es que es uno de los regalos estrella de cualquier evento o compromiso. Es más, creo recordar muy específicamente un cumpleaños en el que recibí tres relojes de mesa y dos de correa. Dos de los de mesa, eran exactamente iguales, recien sacaditos de Don Regalón.


Y lo más paradójico de todo, es que siempre he detestado llevar cosas en las muñecas. Y en los dedos. Miras ese cajón lleno de pulseritas varias de mercadillo que tus abuelos te traen siempre de sus viajes, específicamente esa que reza en la parte superior Fuengirola y que contiene colores muy chillones en su estructura. O tu signo zodiacal, en su defecto.

Los humanos somos muy extraños, en vez de aligerarnos peso tendemos a echarnos constantemente más y más cosas encima. Y para más inri, no solo te regalan un instrumento infernal que esperan que lleves abrazado a tí, sino que además marca tu ritmo con sus pequeñas y finas agujitas. Porque claro, en este día a día en el que vivimos el tiempo es algo que se compra, se vende, se cambia... Y como si no fuera suficiente llevarlo pegado al culo, también debes llevarlo en la muñeca, moviéndose impasible para recordarte que debes seguir el ritmo, que no puedes detenerte.

Los relojes tienen gran parte de culpa de que la mayoría de personas que viven ahogadas por el día a día acaben visitando psicólogos, psiquiatras o saltando a vias de trenes. No conozco a una sola persona hoy por hoy que no tenga un reloj, y muchisimo menos a nadie que teniéndolo no sea un rendido y completo esclavo a su servicio. ¿No es acaso un instrumento temible? Tan pequeño, tan poca cosa, tan elaborado y a veces incluso tan bello.

Sin embargo lo aceptamos, sonreímos e incluso lo utilizamos. A veces solo los primeros tres días, como en mi caso, hasta que terminas odiando el pequeño surco enrojecido que maltrata tu muñeca. Otras hasta que su correa decide poner a prueba la resistencia de materiales de la que está elaborada. Pero no importa, porque así como nosotros somos esclavos de los relojes, los relojes solo son instrumentos que trabajan sin descanso al servicio del tiempo, y éste, impasible, tampoco los perdona a ellos.